Luciano Ndong Esono Oyana.
Presidente del Consejo Geográfico del Reino Unido. LONDRES.
Guinea Ecuatorial se prepara para el cambio, estamos percibiendo la llegada del amanecer que tantos años hemos estado aguardando. Nos preparamos para despojarnos, sacudirnos o simplemente deshacernos del polvo de la envidia y el odio, de la rabia y el del enfado del acomplejado. Guinea se prepara para dar paso al buen hacer. Nos vamos a librar de la tortura y el asesinato. De la realidad denegada, del absurdo inducido, de la ignorancia consentida y de la estupidez admitida. Estamos listos para recibir el buen hacer sólo al alcance de nuestro pueblo en toda su extensión poblacional. El mal sustentado por unos pocos, se verá aplastado por aquello que siempre quiso nuestra sociedad. No debería haber en los recuerdos de nuestra historia las dos dictaduras. ¡No¡. Han sido tan nefastas que algunos, por intentar recobrar el aliento moral, se tenían que retrotraer a la era de los españoles que, a conciencia o no, dejaron un proyecto de convivencia diseñado, trazado y aplicado a nuestro pueblo. Cincuenta y cinco años después hemos visto con bastante incredulidad, asombro, estupor, incluso con admiración, y en algunos casos con una sonrisa de “bobo” en los labios, cómo determinados países que, con proyectos de territorios inverosímiles se transformaban en países desarrollados sin tener que hacer milagros. Sin recurrir a la brujería. Simplemente haciendo un uso adecuado de los recursos de su subsuelo.Guinea Ecuatorial se encontró con el peor de los casos, la incapacidad de unos dirigentes asesorados por un ego envuelto por complejo desmedido. Teodoro Obiang jamás se sintió cómodo junto a gente preparada. No podía soportar que hubiese una élite formada que pudiera corregir sus fechorías por lo que, su mayor apuesta fue ir eliminando uno a uno y así, acabó con la mayoría, en esa obra macabra, también es cierto que, para ello contó con muchos de esos que, carentes de personalidad, se posicionarán a favor del proyecto de turno. Veremos dentro de poco a individuos carentes de vergüenza, gente sin escrúpulos, descarados con intenciones de recolocarse en la silla del siguiente autobús político. Se bautizarán con aguas del rio “Jordán” para salir limpios y puros. Esos que anteponían las practicas brujeriles al conocimiento, a la sensatez y a la coherencia. Han hecho de la brujería un mal endémico, devoradora de vidas inocentes. Algunos incluso se han especializado en esas prácticas. Incapaces de canalizar a la juventud para la senda del conocimiento occidental que aporta desarrollo y bienestar a las sociedades avanzadas y civilizadas. Han llegado a institucionalizar la brujería y el mal, han creado con ello una conciencia basada en que de nada sirve acudir a la escuela para formarse, basta con acudir a un brujo o curandero y ofrecer en sacrificio lo que te exijan, tendrás las puertas del bienestar abiertas. Una manera fácil de conseguir el éxito que ha provocado la muerte de muchos guineanos. El Partido del Progreso sabe muy bien lo que conviene al pueblo. Ha tomado cuenta de esas prácticas y está claro que no nos merecemos perder a tantos seres queridos. La muerte está siempre presente, no podemos deshacernos de ella, pero tampoco cabe tomarla por ofrenda, es eso tan criminal como la muerte misma. Muchos hijos de Guinea han tenido que verse ante la tesitura de no ser capaces de seguir cumpliendo con las exigencias del brujo de turno y se han resignado a la espera de su hora, incapaces de avisar a sus familiares, amigos o conocidos sobre su trauma simplemente por temor a los compromisos propios de esas prácticas, o sencillamente por miedo al qué dirán. Esas muertes tan inexplicables como carentes de sentido. !No!. La democracia cristiana a la cual formamos parte, nos enseña otra cosa distinta. Nuestro concepto ideológico se asienta sobre la imagen cristiana del ser humano. Su intrínseca dignidad, libertad física y espiritual. El valor de la colectividad al servicio de la persona. A eso vamos a casa. A dar vida a nuestro pueblo. A colocar a nuestro pueblo como el centro de nuestras preocupaciones. Entendemos que no todos los guineanos queremos el cambio en toda su gloria, algunos quieren que sólo se marchen determinados elementos y que las estructuras permanezcan, otros prefieren mantener algunas piezas, aunque estén podridas. Pocos quieren recuperar a aquellos marginados por la dictadura. Tampoco podemos olvidar a aquellos que quieren un cambio que desconecte con lo anterior y empezar de nuevo. El Partido del Progreso no discrimina a nadie, todos somos guineanos y necesarios para la nueva era que está a punto de entrar en escena. Nadie sobra en la Guinea Ecuatorial que proyecta nuestra formación política, nos necesitamos y hemos de reconstruir nuestra nación, todos o casi todos cogidos de la mano. Esto no descarta que, ante los avances que supongan el cambio, todos y cada cual deberá hacer un examen de conciencia y encontrar la manera de reconciliarse con los nuestros, los suyos que, en su día trató con desprecio y asqueo. Necesitaremos todos escuchar un mea culpa para avanzar confiados. Reconozco que estos actos son de valentía y necesitan de hombres para llevarlos a la práctica, pero, igualmente es conveniente que reconozcamos nuestros errores para ejercer la obligación que me asiste de pedir perdón antes de que la víctima, haga uso de su derecho a la concesión de la misma. No cabe duda de que nuestra Guinea nos colmará con su generosidad y nos la contagiará, no me cabe ninguna duda, pero tenemos que mirar de manera descarada a la verdad, aplicar el sentido común y caminar bajo el imperio de la ley. No podemos volver a fallarle a nuestro pueblo. Todos los hijos de Guinea nos merecemos una “penúltima” oportunidad y no podemos desaprovecharla. Quien crea no ser capaz de sintonizar la nueva “frecuencia” para avanzar con pasos firmes, se tendrá que echar a un lado porque, nuestro pueblo ya ha esperado demasiado y esta, es su hora. La hora para un futuro digno, la hora del buen hacer.