Redacción El Confidencial
Como al resto de guineanos, oír el discurso de fin de año de Obiang Nguema nos ha producido un doble sentimiento de vergüenza y de dolor. Vergüenza al comprobar que ocasión tras ocasión y año tras año, el dictador nos sigue repitiendo las mismas mentiras, los mismos propósitos vacíos, como si los habitantes de Guinea Ecuatorial fuéramos imbéciles o retrasados mentales. Dolor al ver como pasan los años y nuestro pueblo sigue sufriendo bajo el yugo de una dictadura, la misma dictadura, dirigida por el mimo sinvergüenza. No es demasiado irreverente llamar sinvergüenza a este personaje, es en realidad lo mínimo que le podemos llamar.
Hemos contemplado un triste y patético espectáculo, de como un dictador "acabado", como persona y como gobernante, se atreve a mentirnos tan descaradamente y a manipular de una forma tan grotesca la realidad de nuestro país.
Un triste espectáculo al ver a un Obiang tembloroso y jadeante, en un discurso enlatado y al dictado de una pantalla de grandes letras. Una intervención cortada en diferentes momentos, para poder tomar resuello y mantenerse de pie. Un dictador intentando aferrarse al poder, sin ninguna señal de cambio de rumbo, sin ningún atisbo de apertura a su régimen.
Manipulación y mentira al evocar el célebre Día de la Libertad, que solo supuso el cambio de un dictador por otro. La mentira de un cacareado desarrollo que, a pesar de las ingentes cantidades de dinero ingresado en los años de bonanza por la explotación petrolera, solo se ha producido en forma de enriquecimiento ilícito, en su propia familia y en el resto del clan gubernamental.
Ahora repite miméticamente lo que el Partido del Progreso viene recomendando hace mucho tiempo y que nuestro propio Presidente ha recordado en su felicitación de Año Nuevo. Nos dice que quiere recuperar la agricultura, el turismo, la pesca, apoyar a los jóvenes universitarios con una línea oficial de ayudas al emprendimiento. http://geconfidencial.blogspot.com/2017/07/un-proyecto-para-desarrollar-guinea.html#more
A estas alturas nadie se puede creer que el dictador quiera hacer algo positivo para los guineanos, cuando el propio régimen es un instrumento montado para el enriquecimiento personal, con la exclusión, en un vergonzante apartheid, con el que se margina a la mayoría de los guineanos no afectos a su dictadura.
Estamos ante el discurso de un dictador que muestra aversión al multipartidismo, fórmula clave en todas las sociedades libres. El prefiere un solo partido, el PDGE, rodeado de una nube de partidos acólitos, dependientes del poder y en el centro él, convertido en un nuevo Führer, impartiendo sus sabias orientaciones.
La pandemia de la Covid-19, que tanto está justificando las arbitrariedades de un gran numero de dictaduras, es también utilizada por él como excusa de sus abusos de poder y de la crisis económica, una crisis que sabemos perfectamente que en Guinea Ecuatorial obedece a claves internas.
Lo de su lucha contra la corrupción, es un hilarante sarcasmo que nadie se cree. ¿Como es posible que un dictador que es autor y padre de la corrupción, vaya ahora a luchar contra ella?. Tendría que meter antes en la cárcel a toda su familia, a todo su clan y al el mismo, para que nos lo tomemos en serio.
Como ha apostillado el Presidente del PPGE, Armengol Engonga, "estamos ante un Obiang, inseguro y asustado por la terrible situación social y política que atraviesa nuestro país".. "Un Obiang que ahora apela a los guineanos (les llama compatriotas) y que en el fondo sabe que este pueblo ya no le quiere, ni le cree, ni tampoco le respeta".