Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
El colapso del régimen de Bashar al-Assad en Siria marca un punto de inflexión en la lucha global contra las dictaduras. La repentina caída del dictador, tras décadas de opresión, ha generado júbilo en las calles de Damasco y reacciones de desconcierto entre los aliados de Assad, como Rusia e Irán. Aunque Siria enfrenta desafíos de estabilidad, el derrocamiento de un tirano confirma que el poder absoluto no es invencible.
En este
contexto, los demócratas en Guinea Ecuatorial observamos con renovada
esperanza. Los paralelismos son claros: un régimen que ha gobernado con puño de
hierro durante más de 45 años, donde las necesidades básicas de la población
son desatendidas y la corrupción impregna cada rincón del sistema. La caída de
Assad resuena como una advertencia para el dictador Teodoro Obiang Nguema,
quien se aferra al poder mientras su legado y salud se desmoronan. Su hijo, en
su rol de sucesor, no muestra capacidad ni intención de atender los problemas
del pueblo.
El momento de
actuar es ahora. Inspirados por el cambio en Siria, reiteramos nuestro llamado
al régimen para iniciar una transición pacífica. Proponemos un camino hacia la
democracia que incluya el abandono del poder por parte de la familia Obiang, el
retorno seguro de los exiliados, y la construcción de instituciones que
reflejen los valores de justicia, libertad y progreso.
El mundo está
observando. La comunidad internacional, que jugó un papel en Siria, será un
aliado para Guinea Ecuatorial en este proceso de cambio. El futuro de nuestra
nación depende de nuestra capacidad para organizarnos, mantenernos firmes y
seguir luchando con esperanza.
La caída de
Assad es un recordatorio de que el poder de los pueblos puede transformar la
historia. Nosotros, los guineanos, debemos estar preparados para escribir el
próximo capítulo: el capítulo de la democracia.
Con la llegada
de las fiestas de Navidad y fin de año, queremos enviar un mensaje especial de
cercanía y afecto a todas las familias guineanas. Sabemos que estas fechas, que
deberían ser de alegría y unión, están marcadas por las secuelas de la
dictadura. Hombres, mujeres y jóvenes enfrentan un presente lleno de carencias:
falta de empleo, poder adquisitivo, e incluso el pan diario. Sin embargo,
queremos recordarles que no están solos.
La Navidad es
tiempo de fe y esperanza, y así debe ser también en nuestra lucha por el cambio
político. Aunque las circunstancias actuales sean difíciles, trabajamos
incansablemente para que el futuro traiga una Guinea Ecuatorial libre, con
oportunidades y justicia para todos. Creemos firmemente que el cambio es
posible, y que la democracia traerá el renacer que tanto anhelamos.
A nuestras
familias y jóvenes, les decimos: mantengan la esperanza, porque un futuro mejor
está cerca. Las adversidades de hoy son el preludio de la libertad y el
progreso que vendrán. Desde el exilio, enviamos un cálido abrazo, y reafirmamos
nuestro compromiso con la causa democrática que pronto unirá a nuestra nación
en paz y prosperidad.