miércoles, 23 de octubre de 2024

¿QUIEN CORTEJA A QUIEN: OBIANG A PUTIN O PUTIN A OBIANG?


Por Juan Cuevas, Secretario del Formación del PPGE


En los últimos años, la creciente presencia de Rusia en África ha generado serias preocupaciones sobre las libertades y la estabilidad no solo del continente, sino también a nivel global. Países como la República Centroafricana (RCA), Sudán del Sur y últimamente Guinea Ecuatorial han sido particularmente afectados por esta expansión. Uno de los focos principales de la influencia rusa es la RCA, donde unos 1,500 mercenarios rusos han encontrado un terreno propicio para afianzar el control de Moscú.

A través del Africa Corps (antigua Wagner), una organización mercenaria vinculada estrechamente al Kremlin, Rusia ha intervenido activamente en el conflicto interno de la RCA, brindando apoyo militar al gobierno de Bangui. Esta asistencia militar no es desinteresada: a cambio, Africa Corps ha recibido concesiones de minas de oro y diamantes en regiones estratégicas como Ndassima y Bria, consolidando su influencia económica en áreas ricas en recursos.


El precio de este apoyo ha sido alto. El gobierno centroafricano ha cedido gran parte de su soberanía, permitiendo que Moscú tenga un control significativo sobre decisiones políticas y económicas clave. De esta manera, Rusia no solo consolida su presencia en África, sino que obtiene un acceso privilegiado a los recursos naturales del continente, lo que refuerza su poder en la región.

Al tiempo que Moscú libra una guerra en Ucrania, Putin ha encontrado en África un escenario donde consolidar su influencia. En particular, la República Centroafricana ha pasado de ser un campo de batalla local a una plataforma estratégica para los intereses rusos. Mercenarios del Africa Corps, conocido por sus operaciones paramilitares, se han convertido en una fuerza de ocupación, asegurando concesiones mineras y apoyando al gobierno de Faustin-Archange Touadéra, quien está consolidando su poder con el respaldo del Kremlin. Esta expansión no es gratuita ni casual, y sus implicaciones para la estabilidad y soberanía de los países africanos son cada vez más alarmantes.

Este segmento refuerza la idea del peligro que representa la creciente influencia rusa en África y conecta con el tema central del artículo sobre el riesgo para las libertades y la estabilidad en la región, no se encuentra exenta de este peligro Guinea Ecuatorial en la que Obiang está haciendo grandes esfuerzos para que el Kremlin se involucre plenamente en el afianzamiento de su dictadura. 

La penetración de Rusia en Sudán del Sur sigue un patrón similar. En este joven país, desgarrado por guerras civiles y hambrunas, Rusia ha ofrecido apoyo diplomático y militar a cambio de acceso a recursos naturales, especialmente el oro, el cobre y el petróleo. Las maniobras rusas en estas naciones africanas son parte de una estrategia geopolítica más amplia para desafiar la influencia occidental, en particular la de Estados Unidos y Europa, en la región. El país africano donde Rusia ha penetrado con más intensidad en los últimos años es Malí. A través de la influencia militar y económica, Rusia ha incrementado significativamente su presencia en este país, especialmente tras la retirada de las fuerzas francesas en 2022.

Recientemente, Guinea también ha entrado en el radar de Moscú, lo que ha generado preocupación entre varios sectores políticos y sociales. 

El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial ha emitido repetidas advertencias sobre el peligro que representa la creciente influencia rusa en el país. Este partido ha señalado que la entrada de mercenarios rusos y asesores militares, bajo el pretexto de ayudar a estabilizar la situación interna, podría llevar a una pérdida de soberanía nacional similar a lo que ya ha ocurrido en otras naciones africanas. Además, advertimos que los intereses rusos en Guinea están centrados en el control de recursos naturales clave, como el oro, esencial para seguir librando la guerra de Ucrania. El Partido del Progreso ha subrayado que la historia reciente en países como Mali, República Centroafricana y Sudán del Sur demuestra que la presencia rusa no fomenta la estabilidad ni la prosperidad, sino que consolida regímenes autoritarios y fomenta la violencia. En Guinea, la influencia rusa debilitaría las instituciones, consolidando y dando continuidad a la dictadura en la persona de Teodorín, el hijo corrupto y disoluto del dictador.  La advertencia del Partido del Progreso es clara: si Obiang llegara a conseguir que Rusia entre plenamente en Guinea, corremos el riesgo de perder no solo nuestros recursos naturales, sino también nuestras futuras libertades.

Las consecuencias de esta expansión rusa son profundas. En primer lugar, socava el progreso hacia la democracia en estos países, ya que los regímenes apoyados por Rusia tienden a volverse totalitarios. Los derechos humanos, la libertad de prensa y la participación política se verán gravemente afectados, ya que los gobiernos respaldados por Moscú consolidan su poder a través de la represión. 

En la República Centroafricana, por ejemplo, los mercenarios de Africa Corps no solo luchan en el campo de batalla, sino que también juegan un papel clave en la protección del gobierno y en la persecución de la oposición.



En segundo lugar, la presencia rusa exacerba los conflictos internos y regionales. Al apoyar a gobiernos frágiles con sus fuerzas militares y mercenarios, Rusia agrava tensiones ya existentes, lo que lleva a más violencia y desestabilización. Las luchas por los recursos y las alianzas con grupos armados locales se intensifican, como ha sucedido en regiones cercanas al río Ubangi, donde las poblaciones locales se ven atrapadas en medio de estas pugnas.

Finalmente, la expansión rusa en África tiene implicaciones globales. Al asegurarse el control de recursos vitales como el oro, los diamantes, el uranio y el petróleo, Rusia no solo refuerza su economía en tiempos de sanciones internacionales, sino que también establece puntos de apoyo estratégicos en el continente africano. Estos puntos de apoyo pueden convertirse en bases para futuras acciones militares o diplomáticas que desafíen aún más el orden internacional.

Es fundamental que la comunidad internacional preste atención a este fenómeno. La injerencia rusa en África no puede ser vista como un problema aislado, sino como parte de un plan más amplio para debilitar las democracias y consolidar regímenes autocráticos. Si bien algunos países africanos buscan relaciones con Rusia como una alternativa a la influencia occidental, el precio a pagar por estas alianzas podría ser la pérdida de sus libertades y soberanía a largo plazo.

En este contexto, la expansión de Rusia en África representa un peligro claro y presente para las libertades políticas, económicas y sociales en el continente. Si no se toman medidas para contrarrestar esta influencia, África podría convertirse en un nuevo campo de batalla geopolítico, donde las grandes potencias compiten por el control, con devastadoras consecuencias para los derechos y la libertad de sus pueblos. En este sentido  el Secretario de Estado de USA Antony Blinken, manifestó en su momento, como esas fuerzas mercenarias “amenazan la estabilidad, socavan la buena gobernanza, despojan a los países de sus riquezas minerales, violan los derechos humanos”. 

El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE) considera que, para evitar que nuestro país se embarque en aventuras arriesgadas y peligrosas, es esencial alcanzar un buen nivel de desarrollo. Este desarrollo solo puede lograrse en el marco de la democracia y mediante relaciones sólidas con el mundo libre occidental, que ofrece acceso a tecnología avanzada y un mercado para nuestras materias primas. Estas relaciones, basadas en la transparencia y el respeto al derecho internacional, tienen el potencial de impulsar a Guinea Ecuatorial hacia un progreso económico, social y político duradero.