Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial
No hay vuelta atrás. El lado sucio de la política guineana pretende perpetuarse en el poder como si se tratara de una estirpe de reyezuelos tribales. Actúan como si habitaran en un tiempo pasado donde los sátrapas decidían sobre personas y haciendas sin que nadie fuera capaz de afearles semejante insolencia.
Hace tiempo escribí que esta
gente ya había pasado todos los límites que les permitían una salida con cierta
dignidad. Ellos mismos se van a destruir. Como escribí, los amigos del padre no
quieren ver ni en pintura al hijo y este ya está apartando a los que le
estorban. La mamá, Constancia, quiere que sea este, el más golfo e
irresponsable, el que dé la cara mientras ella sigue moviendo los hilos de una
vida cortesana que le encanta. La situación hoy, en Guinea Ecuatorial, es como
el guión de una de esas películas con malos muy malos y un pueblo sin fuerzas
que se mantiene preso de los caprichos de esta casta bananera.
Destacar que el nuevo Gobierno
aun sin estrenar impulsado por el vicepresidente y su madre Constancia,
representa para todos los guineanos la prolongación de la tercera dictadura de
la familia corrupta de los Obiang.
Rechazamos por supuesto la
pretensión de esta tropa de querer seguir perjudicando a los guineanos,
violando sistemáticamente los derechos humanos y robando a manos llenas los
recursos del Estado, que pertenecen exclusivamente al pueblo guineano
En definitiva, el régimen
pretende que el más inepto y peligroso para todos herede el bastón de mando. Teodoro
Nguema Mangue, un tipo maleducado, corrupto, insensible y tocado por todos los
vicios conocidos, pretende ser el que represente a todos los guineanos.
He hablado con algunos de los que están saliendo pitando de ahí. “No te puedes imaginar el mal ambiente que hay”, me dice un recién llegado a Madrid. “Ahora, los exiliados somos nosotros” matiza como para que le tenga lástima. Exiliados somos los que nos marchamos con una mano delante y otra detrás, sin posibilidad de retorno y no vosotros que estáis abandonando el barco con más miedo que vergüenza. Ya ajustaremos cuentas. No hay prisa.
Hay quien dice que el “niñato” (no
lo digo yo, es como se refieren al heredero al trono) tiene una empresa de
mercenarios con la que amenaza hasta a los hermanos que quieren, también, su
trozo del pastel. La desconfianza se ha instalado en las relaciones de la
familia y de todos los que viven de meter sus manos en los beneficios que
produce el país. Los guineanos no tienen
nada que decir y mejor así, piensan ellos.
La gente normal está muy harta.
Estos bandidos están tensando tanto la cuerda que pueden producir una verdadera
catástrofe. No puede gobernar Guinea Ecuatorial un delincuente. No puede ser un
referente africano alguien que es adicto al lujo, al exhibicionismo y a la mala
educación. Los guineanos no se merecen semejante individuo al frente de la
nación.
Los países más desarrollados ven
con preocupación los manejos de esta gente. Elecciones amañadas, control de
todos los resortes del poder, persecución de los disidentes y el rechazo
internacional son las señas que identifican a los que se están autoproclamando
como continuación del régimen. No
podemos permitirnos otro ciclo de incompetencia, arbitrariedad, violencia y
corrupción. Guinea Ecuatorial necesita un poco de aire limpio, un respiro e
incorporarse a las naciones civilizadas y homologadas.
Los guineanos quieren agua
corriente en sus casas y saneamientos en sus calles. Los hombres y mujeres de
mi país quieren un sistema de salud que les atienda en sus necesidades, así
como educación y formación de calidad para los chicos. No queremos ser los
desheredados que bajamos la mirada ante estos pistoleros. Ya está bien.
Hay mucha gente trabajando para
que estos maleantes no se salgan con la suya. Hay que conquistar el futuro y
estamos trabajando duro para que eso suceda. Nos van a ayudar a superar las
carencias que tenemos, pero hay que comprometerse con Guinea Ecuatorial. Está
en nuestras manos la construcción del país. Los policías han de estar al
servicio del pueblo, los jueces han de impartir justicia y los trabajadores de
la educación, la sanidad o la administración han de ser responsables de su
trabajo. Hoy no hay sitio en nuestra república para personajes repugnantes
salidos de una pesadilla. Tenemos la responsabilidad de poner en marcha Guinea
Ecuatorial porque ya es hora de vivir la verdadera independencia.