Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial
En tiempos como los que estamos
viviendo se da la paradoja de que la negociación, el entendimiento y el diálogo son necesarios e infinitamente más rentables que la cerrazón, el enfrentamiento y
la violencia.
Es duro y triste que alcancemos,
hipotéticamente, un acuerdo tras tantos años de incompetencia y de un nefasto
poder sobre los habitantes de Guinea Ecuatorial. Es irritante mirar atrás y darte
cuenta de lo mucho que se podría haber salvado si en vez de una tiranía inmoral
e inepta hubieran triunfado políticos con verdadero sentido de Estado.
Ante tanta ignominia, algunos se
revelaron y pagaron hasta con sus vidas semejante atrevimiento. Otros, se
lanzaron a la aventura del exilio como el que salta por un acantilado escapando
de una jauría de hienas rabiosas. Muchos se quedaron desorientados, sin
formación ni recursos, prisioneros de un régimen que hace lo que quiere sin que
nadie le llame la atención.
Nuestro país se ha caracterizado
por su modelo violento y armado además de incompatible con la democracia. No se
respetan los derechos básicos de las personas. Con el dinero con el que se
hacen ricos, han construido un decorado que oculta al resto del mundo lo que
realmente pasa en el país en lugar de invertirlo en beneficio de la Nación.
La oposición dentro de Guinea
Ecuatorial lo tiene tan difícil que no se puede ni dejar ver si no quiere
sufrir graves consecuencias. El exilio ha logrado crear algunas plataformas
disidentes, pero con escaso apoyo y menos recursos. La dictadura se siente muy
poderosa frente a guineanos que sólo contamos con nuestros torsos desnudos para
detener los golpes y las balas.
El tiempo ha pasado lentamente,
pero todo llega.
Desde el rencor no se alcanza la
meta, os lo aseguro. Dando la espalda a la realidad no veremos el fin de esta pesadilla. Es
hora de sentarse, apretar los puños, aguantar la rabia y mirar hacia delante.
Más vale tarde que nunca.
Contamos con una oportunidad
única para revertir esta marcha hacia ninguna parte.
Los hombres y mujeres de nuestra
patria son suficientemente maduros como para luchar por sus intereses. Los
guineanos hemos demostrado que sabemos vivir en paz. Necesitamos aprovechar
esta oportunidad. Tenemos que encontrarnos en una mesa de partidos para trabajar con altura
de miras por el futuro de las generaciones venideras.
Todo está listo para que ese
arranque se haga realidad. Se podría haber hecho antes, es verdad. Se podría
haber hecho mejor, es cierto, pero no se hizo. Nuestro punto de partida es
ahora y tenemos que estar preparados y dispuestos a dar lo mejor de cada uno
para que esta posibilidad de cambio no se malogre.
Alguna vez he dicho que no
deberíamos confundir el deseo con la realidad. Hay que trabajar sobre los
acontecimientos que nos pueden impulsar hacia delante. Quién nos quiere ayudar
tiene que tener la garantía de que estamos implicados en un proyecto que va más
allá de los intereses particulares o de partido.
Los habitantes de Guinea
Ecuatorial quieren ser ciudadanos y no súbditos o esclavos. Hay que curar la
siniestra enfermedad del poder absoluto de unos para conseguir el gobierno del
pueblo. Cuando uno está mal quiere que le atienda un servicio médico
profesional y no un curandero o un charlatán.
Esta es nuestra oportunidad y
todo se mueve en esa dirección. Está en nuestras manos. El pueblo de Guinea
Ecuatorial, los niños y los jóvenes, los ancianos y todos los que formamos
parte de este hermoso país, tenemos la responsabilidad de hacer viable la
transición hacia la democracia. No va a ser fácil, pero no es imposible.