Por
Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
En una de mis primeras entrevistas como recién nombrado presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, me preguntaron por el alcance de la elección y qué iba a pasar a partir de ahora en nuestra formación política.
Yo, como he dicho en anteriores artículos, fui elegido tras
la renuncia irrevocable del anterior presidente que dio así por cerrado su
ciclo natural tras más de tres décadas al frente del partido. Fue un gesto muy
bien recibido por los directivos de la formación que, entre otras cuestiones,
ni ellos ni yo creemos que la democracia se lleve bien con los cargos vitalicios. En el
Partido del Progreso nos encontramos para favorecer un tránsito lo más pacífico
posible hacia la democracia. El que me otorgaran el honor de representar a mi
formación política en las diferentes mesas de negociación, que a día de hoy
siguen abiertas, ha supuesto un avance determinante.
Nosotros creemos en la democracia y por eso esta ha de darse con todas las garantías. En el Partido del Progreso no queremos tutelas
paternalistas, ni caciques, caudillos o jefes tribales. Estamos a un paso de
que se abra una ventana en el oscuro castillo de la dictadura. Tenemos que
estar preparados para ofrecer lo mejor de nosotros mismos con el fin de desbloquear
el proceso de transición.
Los cargos no son títulos divinos que nos dan derechos sobre
el resto de los mortales. Hay quien espera un jefe, un líder, cabecilla o
dirigente que piense por todos. No hay nada más alejado del sistema democrático
que un pueblo adorando a su Cesar.
Lo que esperan de nosotros es que seamos capaces de traer la
tan ansiada libertad de una vez por todas. Está claro, como vemos, que no va a
ser una tarea sencilla. No estamos para repartirnos el poder entre unos y
otros. La libertad tiene que sustentarse en la Justicia, en la igualdad de
oportunidades, en el respeto por la dignidad de las personas y en el progreso
de nuestra sociedad.
Tenemos la obligación de evitarles problemas a la gente. Hay
que construir la República y en ella todos y digo todos, han de estar
debidamente representados. Hacer lo contrario sería perder el tren del
bienestar en favor de clanes, tribus, familias o grupos de presión que no representan al
conjunto de los habitantes de nuestro país. Construir la República es tener
respeto por todas las opciones que se presentan para ofrecer soluciones a los
problemas que afectan a las personas. Hay que resolver conflictos y no
crearlos. Solo el pueblo de Guinea Ecuatorial ha de ser el dueño de su tierra,
de sus recursos y de su futuro. No podemos consentir que el poder caiga en
manos de una familia o de una banda, como hasta ahora.
Luchamos por una Justicia independiente que no esté al
servicio del poderoso. Luchamos por unos servicios públicos esenciales.
Luchamos por la igualdad ante la ley de todos, desde el presidente hasta el más
humilde de los guineanos. No podemos perdernos en el camino. Hemos de alcanzar
el objetivo.
Tenemos que tener muy claro que es lo que queremos. Cómo ha
de ser la Guinea Ecuatorial en la que vamos a vivir. Muchos ya sabemos lo que
no querríamos para nuestras familias ni para nosotros mismos. Hemos de
perseguir ese horizonte de paz y prosperidad que está ahí para que lo
disfrutemos. Es muy importante aprender a escucharnos, a respetarnos y a sacar
conclusiones. Todos sabemos lo que nos gusta y lo que detestamos. Como dice la
Biblia, ningún padre, ninguna madre, daría piedras ni serpientes a sus hijos
para comer. No hay que ser un sabio para entender que se vive mejor en paz que
bajo la amenaza de la violencia.
Trabajemos juntos. Aprendamos a organizarnos y elijamos a
nuestros representantes. Seamos exigentes con nuestros gobernantes y servidores
públicos. Cumplamos con las normas que emanen del pueblo y no dejemos que nos
gobierne el más violento, el egoísta o el manipulador. Debemos reemplazar la
violencia por la razón. Nos estamos jugando el futuro de nuestra Patria.
La democracia está al alcance de nuestras manos. No nos
entretengamos con cuestiones absurdas y alejadas de lo realmente importante.
Este es un trabajo colectivo y cuanto más unidos estemos en la consecución de
nuestra meta más posible será alcanzarla. No nos desviemos de nuestro camino.