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miércoles, 26 de mayo de 2021

Guinea Ecuatorial: Hacia la ansiada democracia

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

 



En una de mis primeras entrevistas como recién nombrado presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, me preguntaron por el alcance de la elección y qué iba a pasar a partir de ahora en nuestra formación política.

Yo, como he dicho en anteriores artículos, fui elegido tras la renuncia irrevocable del anterior presidente que dio así por cerrado su ciclo natural tras más de tres décadas al frente del partido. Fue un gesto muy bien recibido por los directivos de la formación que, entre otras cuestiones, ni ellos ni yo creemos que la democracia se lleve bien con los cargos vitalicios. En el Partido del Progreso nos encontramos para favorecer un tránsito lo más pacífico posible hacia la democracia. El que me otorgaran el honor de representar a mi formación política en las diferentes mesas de negociación, que a día de hoy siguen abiertas, ha supuesto un avance determinante.



Cuando alguien me pregunta que cuál es mi misión en este momento, contesto que el de llevar la voz y los acuerdos que mis compañeros de Partido me han encargado que defienda en los diferentes foros. No puede haber vacío de poder y evidentemente, no se puede organizar un plebiscito, votación en asamblea o primarias cuando esto no es posible y más con las carencias del exilio. Nuestros estatutos ya contemplan, como ocurre en casi todas las organizaciones serias, este supuesto y, por tanto, lo normal es que al presidente le suceda el vicepresidente hasta que se pueda celebrar un congreso nacional en el que toda la militancia del partido esté debidamente representada.

Nosotros creemos en la democracia y por eso esta ha de darse con todas las garantías. En el Partido del Progreso no queremos tutelas paternalistas, ni caciques, caudillos o jefes tribales. Estamos a un paso de que se abra una ventana en el oscuro castillo de la dictadura. Tenemos que estar preparados para ofrecer lo mejor de nosotros mismos con el fin de desbloquear el proceso de transición.

Los cargos no son títulos divinos que nos dan derechos sobre el resto de los mortales. Hay quien espera un jefe, un líder, cabecilla o dirigente que piense por todos. No hay nada más alejado del sistema democrático que un pueblo adorando a su Cesar.



Mis compañeros me han distinguido con la responsabilidad de presidente para que sea yo el que los represente y no para ser servido por ellos. Cada uno ha de asumir su compromiso y mi trayecto terminará en Guinea Ecuatorial rindiendo cuentas ante un Congreso Nacional del que habrán de salir todos los responsables de la formación política. No nos podemos desviar de nuestro gran propósito y que no es otro que el de dotar a nuestra sociedad, al pueblo de Guinea Ecuatorial, de una verdadera y legítima democracia. Lo demás son fuegos artificiales.

Lo que esperan de nosotros es que seamos capaces de traer la tan ansiada libertad de una vez por todas. Está claro, como vemos, que no va a ser una tarea sencilla. No estamos para repartirnos el poder entre unos y otros. La libertad tiene que sustentarse en la Justicia, en la igualdad de oportunidades, en el respeto por la dignidad de las personas y en el progreso de nuestra sociedad.

Tenemos la obligación de evitarles problemas a la gente. Hay que construir la República y en ella todos y digo todos, han de estar debidamente representados. Hacer lo contrario sería perder el tren del bienestar en favor de clanes, tribus, familias o grupos de presión que no representan al conjunto de los habitantes de nuestro país. Construir la República es tener respeto por todas las opciones que se presentan para ofrecer soluciones a los problemas que afectan a las personas. Hay que resolver conflictos y no crearlos. Solo el pueblo de Guinea Ecuatorial ha de ser el dueño de su tierra, de sus recursos y de su futuro. No podemos consentir que el poder caiga en manos de una familia o de una banda, como hasta ahora.




Luchamos por una Justicia independiente que no esté al servicio del poderoso. Luchamos por unos servicios públicos esenciales. Luchamos por la igualdad ante la ley de todos, desde el presidente hasta el más humilde de los guineanos. No podemos perdernos en el camino. Hemos de alcanzar el objetivo.

Tenemos que tener muy claro que es lo que queremos. Cómo ha de ser la Guinea Ecuatorial en la que vamos a vivir. Muchos ya sabemos lo que no querríamos para nuestras familias ni para nosotros mismos. Hemos de perseguir ese horizonte de paz y prosperidad que está ahí para que lo disfrutemos. Es muy importante aprender a escucharnos, a respetarnos y a sacar conclusiones. Todos sabemos lo que nos gusta y lo que detestamos. Como dice la Biblia, ningún padre, ninguna madre, daría piedras ni serpientes a sus hijos para comer. No hay que ser un sabio para entender que se vive mejor en paz que bajo la amenaza de la violencia.

Trabajemos juntos. Aprendamos a organizarnos y elijamos a nuestros representantes. Seamos exigentes con nuestros gobernantes y servidores públicos. Cumplamos con las normas que emanen del pueblo y no dejemos que nos gobierne el más violento, el egoísta o el manipulador. Debemos reemplazar la violencia por la razón. Nos estamos jugando el futuro de nuestra Patria.

La democracia está al alcance de nuestras manos. No nos entretengamos con cuestiones absurdas y alejadas de lo realmente importante. Este es un trabajo colectivo y cuanto más unidos estemos en la consecución de nuestra meta más posible será alcanzarla. No nos desviemos de nuestro camino.