Por Armengol Engonga Ondo
¿Para qué sirve el Partido del Progreso? ¿A dónde queréis
llegar? ¿Queréis arrebatarle a Obiang el trono para sentaros vosotros? ¿Está preparado el pueblo de Guinea
Ecuatorial para una democracia? … son muchas preguntas que, como saben mis
compañeros de equipo, nos hacen en entrevistas, a través de las redes sociales
e incluso paisanos nuestros cuando coincidimos y nos paramos a charlar un rato.
Intentaré despejar algunas de estas dudas y a poner sobre la mesa aspectos de la vida cotidiana que sabemos vamos a ayudar a resolver. Muchos de nosotros llegamos al exilio a edades muy tempranas. Nos robaron hasta el futuro y nos dejaron desnudos en medio de la nada. Algunos sucumbieron, se rindieron o volvieron sobre sus pasos; otros muchos tuvimos que seguir a pesar de las dificultades.
Cuando pasas el punto sin retorno, no te queda más remedio
que mirar al frente y deshacerte de miedos, rencores, lamentos y frustraciones.
No tienes la culpa de estar en el sitio equivocado en el peor momento. La
injusticia, la incapacidad de una clase “dominante” de malas personas con todo
el poder, empujaron a muchos compatriotas, como es mi caso, a salir de nuestra
tierra, a dejar atrás a familia y amigos, para nunca más volver. Hace algo
menos de un año un conocido mío me dijo: “me gusta militar en el Partido del
Progreso porque es el único sitio en el que no se ha perdido la esperanza”.
El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, como se ha
contado tantas veces, nació de la mano de Severo Moto y un grupo de leales que
le hemos acompañado por más de tres décadas. El objetivo siempre ha sido el
mismo: acabar con la tiranía y permitir al pueblo hacerse cargo de su futuro.
Es muy fácil hablar de democracia o de darle la voz al
pueblo, pero a la hora de la verdad y a los hechos me remito, la cosa se
complica y son las propias formaciones políticas las que hacen imposible el
sueño de avanzar para crear una sociedad moderna, civilizada y exitosa.
Hemos pasado por muchas etapas, hemos quemado posibilidades
que habrían servido para cambiar el curso de los acontecimientos, pero la
realidad es la que es.
En estos momentos, posiblemente por la razón de que el régimen agoniza, se abre la posibilidad de introducir un cambio en el devenir de nuestra historia. En muchas ocasiones, como saben los que seguimos la política de nuestro país, las ambiciones personales, económicas y hasta los chantajes y amenazas, han frustrado los hipotéticos cambios de rumbo de la historia de Guinea Ecuatorial.
Hoy volvemos a estar en uno de esos ciclos positivos y
esperanzadores. Tenemos una unión de formaciones disidentes que anhelamos la
paz y la democracia para Guinea Ecuatorial. Nos respetamos y hemos dejado atrás
personalismos inútiles, irrelevantes e insalvables.
El PPGE representa una manera de entender la política
completamente alejada de los viejos dogmas, de los modelos excluyentes y
superados, de las ideologías cerradas que son incapaces de adaptarse a la
realidad de hoy en día. En el Partido del Progreso tienen cabida todos los
hombres y mujeres por la sencilla razón de que no defiende a un grupo sobre
otro, nosotros defendemos a la persona y juntos trabajamos para hacer de
nuestro país un lugar digno donde vivir. El Partido del Progreso está al
servicio del individuo y no al revés.
Queremos llevar la democracia a la República de Guinea
Ecuatorial. Queremos participar en la construcción de la nueva sociedad que
nacerá del fin de la tiranía y queremos poner a disposición de todos los
guineanos nuestros conocimientos, ideas y maneras de ver y hacer las cosas.
Durante mucho tiempo hemos estado trabajando para construir un gran país.
Tenemos las ideas, a los hombres y mujeres que las llevaran a cabo y la ilusión
por ver como se levanta un pueblo que es capaz de superar su tristeza por la
alegría de luchar por su futuro.
Nosotros creemos en el respeto a la ley, a las normas que
entre todos establezcamos y con el compromiso de cumplirlas. No podemos violar
las reglas del juego. No puede pasar, como ahora, que unos estén obligados a
respetar una ley impuesta y otros puedan hacer lo que les de la gana. Así no
funcionan las cosas.
Nuestro pueblo está sobradamente preparado para afrontar los
retos de la democracia. Me preocupa mucho más la clase política, aunque también
estamos haciendo esfuerzos por superar nuestras diferencias.
Tenemos que tener un cuidado exquisito en evitar que un
dictador sustituya a otro. Sería muy frustrante. La democracia es posible. El
pueblo está preparado. Los políticos estamos haciendo nuestro trabajo. Hay margen
para la esperanza.