Siempre hemos sostenido que los cientos de miles de guineanos exilados serán la fuerza que rompa los diques que ha creado la dictadura para aislar y recluir al conjunto de guineanos que se encuentran dentro del país. Toda la fuerza de la oposición (mas eficaz si va unida), junto con la ayuda de la comunidad internacional, es la que puede abrir las compuertas a la pluralidad y a la democracia en Guinea Ecuatorial.
Este convencimiento ha sido el que ha animado al Partido del Progreso y especialmente a Armengol Engonga, antes como Vicepresidente y ahora como Presidente, a fraguar alianzas con otros partido de la oposición, para hacer llegar nuestras voces a las instituciones defensoras de los derechos democráticos y a los grandes países con intereses en Guinea Ecuatorial, para que nos ayuden a poder retornar todos los exiliados a Guinea Ecuatorial, para construir un nuevo estado democrático y de derecho.
Sabemos que aquí no caben las acciones individuales. Ya sabemos como ha terminado el retorno pactado de algún líder político en los últimos años: con la cárcel, la represión y la muerte de muchos de sus seguidores y con la "neutralización" de su cabecilla.
Aquí solo existen dos opciones: o vamos todos con la fuerza suficiente para echar a Obiang del poder y si retornamos de forma individual, terminaremos en la cárcel, en la tumba o, en la situación menos noble; comiendo en la "cosina" con Obiang.
Hemos comprobado como la parálisis que ha provocado la pandemia de la Covid-19, ha sido aprovechada por muchos gobiernos, que se llaman democráticos, para limitar las libertades y socavar las instituciones de sus respectivos países. Pero han sido los dictadores, especialmente Obiang, el que la ha aprovechado para consolidarse, el y su familia, en el poder, dar una nueva vuelta de tuerca a la represión e incumplir sus compromisos de avanzar en la apertura democrática de nuestro país.